Reflexiones con dos años de retraso.


A menudo evito hablar de política, no me gusta, me incomoda y en seguida me pongo roja. No obstante, hoy no voy a hablar de política como tal, sino de lo que significó para mí el 13 de Noviembre de 2015. 

Era una tarde de viernes, me acuerdo perfectamente del momento, decidí salir con un amigo a cenar. Fuimos al Vips, no es que me guste mucho este tipo de sitios pero era el punto intermedio entre su casa y la mía. 
Según nos traían las bebidas, mi teléfono empezó a vibrar. Lo saqué pensando que era mi madre o mi padre y resulta que solo eran notificaciones del diario Le Figaro. Para cuando llegamos al postre, la tragedia había avanzado y ya se hablaba de muertos, heridos y ataque yihadista.
Un sentimiento de tristeza, de pésame por decirlo de alguna manera, me invadió esa noche. Me sentía francesa, más bien pensaba que eso no solo concernía a Francia. Era un asunto de todos nosotros, los ciudadanos del mundo. 

La inseguridad también se apoderaba de mí y de todos los que estábamos en el Vips. Camareros y comensales murmurábamos y cuchicheábamos todo lo que nos llegaba a través de nuestros Smartphones. Y yo mientras pensaba ¿Y si todos hubiéremos estado en París esta misma noche? ¿O en Berlín? ¡O en la Conchinchina! Gente inocente murió esa noche, en el mismo instante que mirábamos nuestros smartphones había gente herida, por la política de Europa y occidente.  De repente, así de golpe fui consciente de lo que estaba pasando y lo que esto iba a significar en un futuro. No estaba en París, pero conocía a gente que iba a estar allí. Sentí un un abismo inexplicable. Todo este escenario me afectó de una forma aplastante. Por un momento me imaginé que gente de mi edad habría sufrido eso, que a X kilómetros de distancia los parisinos ya no podrían tener una tarde tranquila entre amigos…El miedo iba a ser nuestro principal enemigo, por desgracia, muchas más noches que el 13 de Noviembre. 



Al día siguiente no tenía que ir a Francia, pero si al consulado francés que a fin de cuentas es territorio francés. No podía llamar para saber si las clases del IFM seguían en pie. Una profesora con la que me había hablado ese mismo día me dijo que ella en principio iba a dar clase mañana. Que la calle de Marqués de la Ensenada era segura, y que aunque fuera insegura y Francia estuviera amenazada, ella daría clase. La mañana del 14 de Noviembre fue extraña había un ambiente de tristeza palpable. Escuchar la Marsellesa me calmaba. No soy francesa, pero soy extranjera dentro de mi Patria, es curioso esto de la doble nacionalidad…La Marsellesa fue mi dulce nana ese día, asocio este himno a la libertad, a la lucha incesante contra la tiranía, contra la injusticia. Es injusto culpar a una religión. Esa mañana había un tedioso ambiente de odio y xenofobia que se estaba gestando. En la cafetería que entré esa mañana un grupo de amigos hablaban casi a gritos y decían que todo era culpa de los musulmanes… Aún hoy escucho estas cosas. 


El 13 de noviembre significó un antes y un después para mí, quizás en ese momento abrí los ojos pero sabía lo que nos esperaba, que es exactamente lo que tenemos ahora mismo. Miedo, odio, xenofobia, islamofobia, y un auge escalofriante de los nacionalismos y la extrema derecha. 

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