EL TIEMPO REGALADO

Durante mucho tiempo me acosté pronto y esperaba ansiosa ese beso de buenas noches. A veces se produce de distintas maneras , hay momentos en el que el beso que roza los labios no es suficiente, necesita ir acompañado de el cierre de un libro el sonido del lomo al cerrarlo… Ese sonido que medio adormecidos nos arropa. 

La fatal identidad del que ama ni es otra cosa que ese “yo soy el que espera” 

Con esta maravillosa cita de Roland Barthes inaugura Andrea Kohler su maravilloso ensayo “El tiempo regalado” ¿Qué es el tiempo? nos invita a preguntarnos la autora tras leer el prólogo. Para Bergson era una duración donde no se podía materializar ni meter en un espacio como es una esfera de un reloj. 
En un principio la autora nos propone el tiempo como espera- algo a lo que ella tilda como “un miedo genuino” 

Al final, sin embargo, suele ganar el miedo: ¿Y si no viene más? […] El que espera dispone en su cabeza un escenario para el discurso de la ausencia. 

Pero y si la espera no es el único aspecto del tiempo- quizás éste tenga un sentido como bien nos propone Kohler. Dentro de esta eterna espera que es la vida - esperamos a nacer y esperamos a morir- mientras vivimos esperamos y en ésta hay ciertas derivaciones como puede ser el aburrimiento que a veces deriva en casos tan fatuos como el de la propia Emma Bovary.  

El aburrimiento llega cuando ya ni siquiera sabemos qué esperamos. Lo único que uno percibe en ese vacío, que muchas veces se inflama hasta convertirse en asco existencial, es el latido del tiempo en uno mismo 

Pero el tiempo no es solo esperar, aburrimiento u olvido. También abre nuevos horizontes, gracias al tiempo también podemos viajar en nuestra propia mente a través de nuestros recuerdos, a veces son olores los que nos teletransportan a tiempos pasados - lo que una vez Proust llamó mémoire involontaire cuando, su personaje moja la magdalena en el té y saborea y huele sus días en Combray. 
El tiempo también se puede tejer y destejer como hacía Penelope mientras esperaba a Ulises y a la vez alejaba a sus pretendientes. ¿Existe algo más poderoso que este maravilloso tiempo que nos permite tanto sin a penas percibirlo? Es la conclusión que uno saca tras leer este sublime ensayo de Kohler editado en libros del asteroide. 

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