Y de repente Nueva York

“Cuando hablo de futuro se nos hecha la gramática por tierra y a menudo, con acierto, mis estudiantes cierran los ojos. Ahora ya sé qué responder si me preguntan: poesía es lo que haces por las noches”

Françoise Sagan decía que escribimos para aquellas cuatro personas a las que queremos. Sin embargo, Almudena Vidorreta en este poemario escribe para darnos la mano y acompañarla en el singular y atormentado mundo que hay bajo los rascacielos de Manhattan. 

La soledad y la indiferencia a menudo son las compañeras que encontramos en las grandes ciudades ¿Y si el amor no es suficiente? ¿Por qué creemos que el amor nos salvará de cualquier frente? Hay más factores, factores que tristemente no controlamos, a penas podemos percibirlos y están en nuestro entorno.

“Y uno tiene siempre la impresión de que se le cierran las puertas, de que va a quedarse fuera a no ser que un alma bondadosa sepa sujetarlas con sus propias manos, abriendo la rendija para que se cuele otro cuerpo”

Nueva York nos arropa con sus grandes dimensiones y multitudes  pero en realidad nos despoja de la seguridad que creíamos tener en nuestros ojos. Sentir a veces resulta peligroso. La gramática y los números no siempre siguen un orden lógico.


“La vida, al fin y al cabo, se nos muere a todos.  La eternidad está en las conjeturas”


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